El Apego: una base segura.
- Mónica Caballero Laín
- 8 nov
- 2 Min. de lectura
¿Puede nuestro tipo de apego influir en nuestra relación de pareja?
Jonh Bowlby (1977), fue pionero a la hora de establecer una teoría sobre el apego. Lo definió de la siguiente manera, “el apego es una tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular”.
A través del apego se pueden explicar la amplia variedad de formas de dolor emocional, tales como la ansiedad, la ira, la depresión y el alejamiento emocional, que se producen como consecuencia de la separación indeseada y de la pérdida afectiva.
Podemos dividir el apego en dos tipos, el apego seguro y el apego inseguro.
Los primeros años en la vida de cualquier persona, son fundamentales para el desarrollo del
apego, siendo la respuesta del cuidador principal, la base sobre la que se producirán las interacciones entre el bebé y el adulto significativo.
Si la respuesta del adulto es sensible a captar las necesidades del infante, y consistente, el apego se irá gestando de forma segura.
Por el contrario, si el cuidador principal ofrece respuestas de cuidado negligentes, inconsistentes (a veces le coge en brazos cuando llora, a veces le deja llorar o incluso le rechaza), generará en el niño/a una sensación de falta de confianza en el cuidador, no pudiendo anticipar la respuesta de éste, y propiciándose así un apego inseguro. La manera en la que nos vincularemos a nuestras futuras relaciones de pareja e interpersonales, depende estrechamente de nuestro vínculo de apego primario.
Personas con apego inseguro (evitativo, ansioso- ambivalente o desorganizado), estarán más expuestas a unirse a personalidades con el mismo tipo de apego inseguro, generándose así dinámicas interpersonales difíciles de resolver en la pareja.
Lo que hoy denominamos “relación tóxica”, vendría a definir un poco este tipo de apego inseguro en la relación de pareja.
El apego seguro garantiza relacionesinterpersonales en las que el conflicto también está
presente, pero no supone el temor constante a la pérdida de la relación o al abandono, como si ocurrirá en el apego inseguro.

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